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domingo, 8 de abril de 2012

Acqua alta.

…así que esta semana —Santa— he vuelto a Venecia, con la imaginación, para recrearme en una de esas visiones que tanto y tan bien se prestan al agua de una acuarela. Y en mi recreación no he tenido más remedio que traer al gusto de mi memoria el encanto de los lugares que se mueren lenta y eternamente, deteniendo el tiempo en el instante en que se perciben las cosas, para que uno las encierre en el tiempo que se tarda en hacer algo que recuerde a alguien que esos lugares aún existen. Y sintiéndome en el tiempo y en el lugar, he visto de nuevo y con la misma curiosidad, la peculiar particularidad del acqua alta, que por estas fechas distrae a naturales y visitantes, aunque a cada uno de una manera. Se experimenta entonces que contra este fenómeno natural sólo hay dos recursos: tabicar hasta donde llame el juicio —como es el caso—, o permitir que el agua ocupe temporalmente su lugar natural, como en aquella librería —la de Luigi Frizzo— a la que el prodigio le presta el nombre.
Ciertamente, Venecia es Venecia.