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domingo, 12 de febrero de 2012

Reflexión gráfica VI.


Elevando a la categoría de arte el toreo de salón, a algunos habría que darles las dos orejas y el rabo.

martes, 7 de febrero de 2012

El espíritu trasteverino.


Dice Roger Fry, en “Visión y diseño” —“Renoir”, 1920—, que "a todo artista le motiva algún tipo particular de escena de la naturaleza, y la mayor parte de los artistas tienen que buscar algún aspecto poco corriente o desconocido de las cosas. […] Aunque pinten en sitios vulgares de los alrededores, en general se las ingenian para captarlos desde un ángulo inesperado". Tal vez a eso se deba el hecho de que sea fácil encontrar motivos en el Trastevere, aun cuando apenas haya ni ángulos ni espacios, a ojos normales.
Resulta paradójico que a un barrio tan singular lo esté matando el turismo y sus consecuencias, al tiempo que le da vida y lo mantiene en pie. Es probable que le quede ya poco de genuino, entre restaurantes para extranjeros y tiendas de recuerdos. Posiblemente, el espíritu de Belli o de Trilussa aún se encuentre en algún pequeño negocio o en alguna tasca poco atractiva para el objetivo de una cámara. El romanesco trasteverino, además, tan sólo es accesible a los nativos. A quien pasa por allí sólo le resta buscarle el alma en lo que el tiempo aún no ha removido, y así se la quise ver en esa puerta —a la vista y oculta, en la Piazza della Scala—, que no pedía más que una acuarelita de apenas 10x15 cm.