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martes, 31 de julio de 2012

Oromana y el molino de San Juan.


La luz tamizada del Guadaíra, a su paso por el parque de Oromana, convierte cada paseo en una experiencia singular en cualquier estación del año. A esto se suma la extraña sensación que emana de esos sitios históricos donde apenas hay nada que estuviera ayer, pero donde permanece dispersa en el ambiente la huella de los que transitaron por esa misma tierra, incluso desde antes de que la Historia tuviera pluma y testigos. Y para apuntalar esa leyenda difusa y particular, ahí subsisten de hito en hito los muchos molinos de Alcalá de Guadaíra, en los que nunca he podido dejar de ver algo inquietante.
Acierto a distinguir algún parecido entre esta inquietud y el dibujo al carboncillo, sobre dodo cuando se extiende la gama desde el negro del carbón prensado al blanco del papel. Pero como uno procura perderse de vez en cuando en los misterios de la composición, ahí me apareció de repente un tetraedro regular, para consumir mis inquietudes. Os dejo a vosotros el simbolismo interpretativo y el descifrado compositivo.